Una persona muy allegada a mí y a mi familia me comentó que quería cambiar su teléfono y que necesitaba ayuda… porque no tenía tarjeta de crédito.
Ella se sorprendió de mi cara de sorpresa.
Estoy hablando de una persona de clase media, que vive en CABA, y trabaja tanto en relación de dependencia como en su propio emprendimiento. Me contó que se la habían ofrecido muchas veces, pero que “para qué la quiero”. En un país con aproximadamente 50% de inflación anual la tarjeta es bastante útil, traté de explicarle. No se si la convencí, pero al menos ya aceptó la que le ofrece el banco “por las dudas”.
Por otro lado, otra persona me comentó que quería hacer compras electrónicas con tarjeta pero que le daba inseguridad que le usen los datos, porque le había pasado a su hermano. Me dijo que en total, hará una compra por año con tarjeta, y solo si es indispensable. Ya me sorprendí menos. Le dije que si compraba en sitios seguros no debería tener inconvenientes, y que para quedarse tranquilo puede ir revisando los consumos de la tarjeta en homebanking…
Y fui a ver los datos, porque me llamó mucho la atención esta seguidilla de conversaciones sobre el uso de tarjetas, que entendí tiene que ver con el nivel de bancarización en general. Encontré un informe muy interesante del BCRA sobre inclusión financiera.
En Argentina, más del 90% de los adultos tenemos al menos un CBU, porcentaje que creció mucho durante la pandemia. Solo en el segundo trimestre de 2020 se bancarizaron 3 millones de personas – por políticas de inclusión financiera, todos los ciudadanos tenemos derecho a tener cuenta bancaria con tarjeta de débito de forma gratuita.
Y estas situaciones que describí con respecto a nuestra relación con las tarjetas se repite. En 2020, en promedio, cada adulto hizo solamente 2 pagos con tarjeta de crédito al mes, aún menos que en 2019, donde el promedio fue de 2,4. Y estamos hablando de un año pandémico, en el que el aislamiento nos obligó a acelerar la adopción de medios de pago electrónicos a muchos de nosotros. La tarjeta de débito se usó un poco más, la estadística es de 3 pagos al mes, 0,4 más vs el año anterior, congruente con el crecimiento del número de personas con cuenta bancaria.
Entonces, por distintas necesidades, cada vez más gente se acerca a la economía más formal. Pero está claro que las compras con crédito siguen siendo la excepción. Me encantaría conocer mejor los motivos, no encontré información al respecto. Solo queda suponer que será una mezcla de falta de acceso (se debe pagar mantenimiento), y por lo que estuve escuchando, desconocimiento y miedo a perder el control.
Y quería traer un comentario más sobre este informe.
Hacia el final encontré otra sorpresa, en la solapa “ahorro”, que curiosamente solo habla de plazos fijos. De cada 100 personas con cuenta bancaria, 10 tienen constituido un plazo fijo…
Tasa 37%. Inflación +50%.
Para pensar 😊
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